El asesinato de Ximena Guzmán y José Muñoz, un golpe al corazón de Morena
CIUDAD DE MÉXICO. — La noticia llegó sin aviso, pero no sin estruendo. Mientras la secretaria de Gobernación hablaba de las causas sociales de la violencia en la conferencia matutina del Gobierno federal, Claudia Sheinbaum recibió un papel. Se lo pasó su jefa de comunicación social, Paulina Silva, con gesto urgente. Lo había escrito tras un mensaje de Omar García Harfuch, secretario de Seguridad, que ya tomaba llamadas y reunía detalles. Habían asesinado a Ximena Guzmán, secretaria particular de la jefa de Gobierno capitalina, y a José Muñoz, su coordinador de asesores. Ambos colaboradores cercanos de Clara Brugada, ambos militantes del primer círculo de Morena.
Un sicario disparó doce veces contra el auto en el que viajaban rumbo al trabajo. Los mató a sangre fría, en pleno corazón de la capital. No hubo advertencia, no hubo amenazas previas. Solo un ataque directo, quirúrgico, con el sello de un crimen que ya no se limita a los fiscales ni a los jefes policiales. Esta vez, el blanco fueron cuadros políticos. Esta vez, el ataque no fue contra los que enfrentan al crimen organizado en los tribunales o en las calles, sino contra quienes lo combaten desde la gestión pública, desde la agenda política.
Un atentado sin lógica criminal aparente
El desconcierto es palpable. En Morena no hay respuestas claras, pero sí muchas preguntas. ¿Por qué ellos? ¿Por qué Ximena, la mujer encargada de la agenda personal de Brugada? ¿Por qué José, su asesor de más confianza desde hace años? ¿Fue acaso un mensaje para la mandataria? ¿Para todo el movimiento?
“Nos duele el alma”, dijo Brugada, visiblemente afectada, al comparecer ante la prensa. “Estamos profundamente consternados y de luto por perder a dos compañeros entrañables”.
Los conocía desde hace décadas. A Ximena, de 42 años, la definió como “maravillosa, incansable, muy buena”; a José, de 52, como “inteligente y sumamente responsable”, alguien a quien trataba desde que era niño. Los tres compartieron el origen y las luchas en Iztapalapa, la alcaldía con más carencias y población de la capital, donde Brugada forjó su liderazgo y su identidad política.
Por eso el golpe no solo es humano, sino simbólico. Toca el corazón del bastión político de Morena: la Ciudad de México. Un atentado que, como dijo el senador Gerardo Fernández Noroña, “es un mensaje” para quienes hacen política desde la izquierda.
Una violencia que muta
García Harfuch conoce bien este tipo de violencia. En 2020, sobrevivió a un atentado del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), cuando encabezaba la Secretaría de Seguridad de la ciudad. Aquella vez el mensaje fue claro: el narco respondía con fuego a la presión del Estado. Ahora, el mensaje no es tan evidente, y por eso inquieta más.
No hay indicios de que Ximena y José hayan sido amenazados previamente, según confirmó la propia presidenta Sheinbaum. Tampoco hay pistas concretas sobre el móvil, aunque lo que está claro es que el ataque tiene una carga política y emocional devastadora para Morena. A diferencia de otros crímenes, este no parece obedecer solo a lógicas delictivas, sino también simbólicas.
“La Cuarta Transformación permanecerá firme”
Las reacciones no se hicieron esperar. Xóchitl Bravo, coordinadora de los diputados locales de Morena, fue contundente: “Esta agresión es una respuesta a los avances en materia de seguridad contra el crimen en la Ciudad de México. La Cuarta Transformación permanecerá firme”.
Sheinbaum, en la misma conferencia donde se enteró de los hechos, se mostró consternada, pero determinada. Brugada prometió “continuar con su lucha implacable contra la inseguridad”.
Duelo, rabia y una consigna que resuena
El martes por la noche, durante el velorio de Ximena y José, decenas de militantes llenaron el recinto con una mezcla de luto y consigna. “¡Zapata vive, la lucha sigue!”, gritaron, como lo hicieron décadas atrás en las marchas. Pero esta vez no era contra el régimen, sino contra la violencia que ahora los alcanza a ellos desde el poder. Ahora el reclamo se vuelve íntimo, autocrítico, urgente.
Morena, partido nacido de la protesta y el compromiso social, se enfrenta a su mayor paradoja: ser gobierno en un país donde hacer política puede costar la vida. El crimen de Ximena y José no solo arrebata a dos cuadros esenciales del proyecto obradorista; también obliga a repensar qué tan cerca está el crimen del poder, y qué tan lejos están aún las promesas de seguridad y justicia.
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