Tokischa: “A mí no me dejan mudarme en ningún edificio en este país”
En un país que presume de su música urbana como exportación cultural, a Tokischa, una de sus voces más reconocidas en el mundo, le niegan una de las necesidades más básicas: un lugar donde vivir. “A mí no me dejan mudarme en ningún edificio en este país”, confesó la cantante en una reciente entrevista con Alofoke Radio. Su voz no tembló al decirlo, pero detrás de la declaración se adivina el cansancio de alguien que siente que ha sido empujada al margen, no por la ley, sino por los prejuicios.
La artista, cuyo nombre verdadero es Tokischa Altagracia Peralta, relató que ha sido rechazada tanto al intentar alquilar como comprar propiedades en zonas exclusivas de Santo Domingo, como Bella Vista. “El dueño me aceptó, pero los que viven en el edificio no. Siempre dicen lo mismo: que es un edificio familiar”, contó.
¿Quién define lo que es “familiar”?
Tokischa no necesita presentación. Su figura divide opiniones en un país marcado por el conservadurismo cultural. Su música y su presencia pública rompen esquemas y tabúes; ella misma se ha descrito como pansexual, ha hablado abiertamente de su trabajo anterior en el modelaje erótico, y ha hecho de la transgresión una bandera estética. Para sus críticos, es vulgaridad; para sus seguidores, es libertad.
Y sin embargo, la artista asegura que su estilo de vida está lejos del escándalo con el que algunos la encasillan. “Yo no tomo, no fumo, vivo con mi mejor amiga, mi sobrina, mis gatos y mi perro”, dijo. Pese a eso, el rechazo es constante. Tres, cuatro veces, repitió, le han cerrado las puertas simplemente por ser quien es.
El exilio interior
Tokischa ha llevado su música a escenarios de Estados Unidos, Europa y América Latina. Pero prefiere vivir aquí, en su país. O al menos, lo intentaba. Ahora, dice, está buscando apartamento en Nueva York. “He llorado mucho por eso. Es como una impotencia. Me siento que me están sacando de aquí”, expresó entre emociones que traspasaron el micrófono.
La artista no oculta su tristeza. Es una ironía cruel que alguien que canta sobre la libertad no pueda ejercerla plenamente en su propio país. La suya es una especie de exilio interior: permanecer físicamente, pero no ser aceptada. Como si su existencia fuera una amenaza al orden, a la moral, a la “familia”.
Las sombras del rechazo social
No es la primera vez que Tokischa ha sido marginada por motivos culturales. En 2021, las autoridades religiosas le prohibieron volver a los santuarios de La Vega luego de que se difundieran unas fotos donde posaba de forma sensual en el santuario de la Virgen de la Altagracia. El gesto fue condenado por líderes católicos y sectores conservadores.
Sin embargo, la pregunta persiste: ¿es una figura pública como Tokischa quien debe adaptarse a los moldes tradicionales? ¿O es la sociedad dominicana la que aún no sabe cómo convivir con la diversidad?
Una voz incómoda, pero necesaria
Tokischa incomoda, sin duda. Pero también representa a una generación que está buscando derribar los muros que durante décadas han dictado cómo vestir, cómo hablar, cómo vivir. Su experiencia con el mercado inmobiliario no es solo una anécdota personal, sino el reflejo de una estructura social que discrimina a quienes se salen del molde.
Ella no pide que la aplaudan. Pide que la dejen vivir. Y ese, en cualquier democracia, debería ser un derecho elemental.
Share this content:



Publicar comentario